El pasado 3 de septiembre se cumplieron siete décadas desde el arribo del legendario carguero al puerto de Valparaíso. Fue un capítulo épico de la lucha de cerca de dos mil refugiados de la Guerra Civil Española, que sólo fue posible por la tenacidad del poeta Pablo Neruda y la amplia solidaridad del gobierno del Frente Popular.
Todos fueron entrando al barco,
Mi poesía en su lucha
había logrado encontrarles patria;
y me sentí orgulloso
(Pablo Neruda)
El pasado 3 de septiembre se cumplieron siete décadas desde el arribo del legendario carguero al puerto de Valparaíso. Fue un capítulo épico de la lucha de cerca de dos mil refugiados de la Guerra Civil Española, que sólo fue posible por la tenacidad del poeta Pablo Neruda y la amplia solidaridad del gobierno del Frente Popular.
Entre los inmigrantes venían obreros, sastres, campesinos, técnicos, estudiantes y algunos nacientes artistas que constituyeron una gran avanzada cultural en nuestro país. Periodistas de brillo como el aragonés Isidoro Corbinos, el notable diseñador y tipógrafo Mauricio Amster, el relevante historiador Leopoldo Castedo. Entre los artistas sobresalen la pintora Roser Brú (con apenas 16 años), el gran plástico José Balmes y el actor y dramaturgo José Ricardo Morales, de señera trayectoria en la escena nacional.
El histórico viaje del Winnipeg duró un sacrificado mes, aumentado por el temor a los submarinos alemanes que infectaban los mares del sur. El recibimiento en Valparaíso fue apoteósico y el pueblo y los intelectuales chilenos entregaron alegría y solidaridad plenas a los refugiados que escapaban de las fauces del franquismo. Aquí entregaron fehacientes pruebas de tesón y cultura hispanas.
Chile acogió con abrazos, trabajo y decidida ayuda a los casi dos mil españoles que pasaron a integrarse a la vida nacional. La mayoría democrática nuestra despreció, una vez más, los llamados de la jauría derechista que declaraba en El Diario Ilustrado “miles de indeseables rojos, que profanaron templos, que asesinaron, llegarán pronto”. Felizmente Chile no escuchó los ladridos fascistas y vació su corazón solidario para recibir a los españoles náufragos de su libertad.
Estos 70 años no han transcurrido en vano y seguimos bebiendo de la presencia viva de los nobles pasajeros del Winnipeg.
Por Ronnie Muñoz Martineaux LN
Agencias Prensa LN AIP JPMM
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