Los recientes acontecimientos de la economía mundial han tenido como efecto inmediato que se empiece a cuestionar de manera abierta la nefasta ilusión neoliberal. Las críticas al capitalismo en su versión más salvaje comienzan a aparecer inclusive entre quienes hasta hace poco eran sus más enconados defensores.
La actual crisis financiera que azota las bolsas de comercio de todo el mundo muestra el fracaso de un tipo de lógica de gestión económica que ha sustentado un programa basado en, primero, la imposición del mercado por sobre el bienestar de las personas y de los países; segundo, la abstención de la participación del Estado en la economía y, aún más, el cumplimiento de un papel subsidiario donde los únicos protagonistas son los grandes consorcios nacionales y trasnacionales, dueños de grandes negocios; tercero, el desarrollo de políticas públicas asistencialistas que, en el fondo, no creen en las potencialidades del ser humano y de la sociedad, y cuarto, el debilitamiento de las instituciones democráticas y las organizaciones de la sociedad civil.
La crisis se acentúa cada día y ninguno de los anuncios de los gobiernos de las potencias y sus organismos financieros parece detenerla, porque no se encuentran respuestas razonables en los manuales del dogma neoliberal. A estas alturas, podemos comenzar a escribir el "Manual de la perfecta crisis neoliberal": primero, la ambición sin medida y la especulación en busca de la riqueza fácil y rápida; segundo, el negar la crisis inventando un arsenal de nuevos nombres (crecimiento desacelerado, disminución de expectativas, por ejemplo); tercero, acusar a cualquier propuesta alternativa de populista y demagógica; cuarto, el rescate de los capitalistas (también con ingeniosos nombres como deuda subordinada, corralito financiero, salvataje) que termina de liquidar la economía; y quinto, el establecimiento de un armisticio político (adelantamiento de elecciones, plebiscitos, cohabitación). La solución propuesta por el saliente Gobierno de Estados Unidos es temporal y no tiene ningún fundamento económico, sino que sólo busca el objetivo político de aplazar las verdaderas definiciones para después de las elecciones presidenciales de noviembre, trasladando los costos (estimados en más de 700 mil millones de dólares) al pueblo norteamericano. En el mundo global, el capitalismo salvaje que se ha instalado en nuestros países buscará, en medio de la crisis internacional, cargar los costos a los trabajadores en todo el orbe. Y no dudamos que en Chile los defensores del neoliberalismo comenzarán a desempolvar sus viejas recetas como mantener el crecimiento abaratando el despido o favoreciendo el trabajo femenino con mayor desprotección laboral, entre otras. Creemos que éste es un momento histórico para denunciar el fracaso definitivo de un modelo que ha acrecentado la pobreza en el mundo y ha concentrado la riqueza de una manera nunca antes vista en nuestro planeta. Avanzar en un amplio consenso social que afirme con claridad que más neoliberalismo no es la solución para los males de un modelo de desarrollo injusto. Que la política estrecha de los acuerdos entre dos bloques cada vez más alejados de los intereses ciudadanos ya no es suficiente. Es la hora de los trabajadores, de los movimientos sociales. Es momento de avanzar en la conformación de una mayoría política y social para reorganizar la sociedad, cimentada en los valores universales de la justicia social, la democracia, la solidaridad, la libertad, el desarrollo sustentable y paz social. La actual crisis nos ofrece una oportunidad y un dilema a resolver. O se mantiene y profundiza el actual sistema neoliberal o avanzamos en la agenda social y política para abrir paso a un proceso unitario y de convergencia que permita la construcción de un Estado social, democrático y solidario. Un Estado que entregue respuestas modernas y protectoras en materias de trabajo decente, seguridad social, salud, educación y protección medioambiental, a los hombres y mujeres que claman por justicia social y equitativa distribución de la riqueza. Un Estado que junto con esforzarse por buscar el desarrollo económico, no abandone la justicia social y los derechos de las personas. Agencias Prensa LN AIP JPMM --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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