Senador y escritor
Rubén Héctor Giustiniani nació el 3 de noviembre de 1955. Es ingeniero civil, egresado en 1988 de la Facultad de Ciencias Exactas e Ingeniería, dependiente de la Universidad Nacional de Rosario. Entre los años 1984-88 se desempeñó como vicepresidente de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas. Actualmente es senador nacional y presidente del Partido Socialista, en Argentina. Ha publicado dos libros: Migración, un derecho humano y Hacia una Democracia de nuevas bases. Menciona que el partido que hoy lidera está en un proceso interesante de crecimiento, y vaticina: “En poco tiempo estamos convencidos que vamos a ser alternativa de gobierno para todo el país”.
Izquierdista hasta la médula
Junto a cientos de jóvenes, hizo suyas las calles, a través de barricadas, para defender a su país de la dictadura argentina, allá por los años 70. Entonces las desapariciones forzadas eran el pan de cada día. Fue un joven de 22 años cuando Daniel Passarella alzó la copa Mundial de Futbol en Buenos Aires y la euforia era levantada en hombros a golpe de bayoneta bajo las órdenes de Jorge Rafael Videla. Desde entonces, izquierdista hasta la médula, como una forma de autodefensa. “Luchar por la igualdad fundamentalmente, por la reivindicación, por mejorar la calidad de vida, pero también por mejorar la democracia. Eso es izquierda”, afirma.
“Era un joven, apenas estudiante en aquella época de dictadura, que resistimos dentro del país, desde los centros de estudiantes”, rememora.
Y viene a su memoria el ¡Nunca más!, aquel informe emitido por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) de Argentina, mejor conocido como el “Informe Sábato” debido a que el escritor de El Túnel y Sobre Héroes y Tumbas, Ernesto Sábato, fue quien presidió aquella comisión.
“Esa expresión de ¡Nunca más! sintetiza la inmensa voluntad de un pueblo de que la peor democracia siempre es mejor que la dictadura”, sostiene.
Para Giustiniani el manto de olvido no debe impedir la búsqueda de la verdad y justicia.
“Es importante que todos los procesos traumáticos y difíciles que hemos vivido nunca puedan hacerse sobre un manto de olvido, ni sobre las injusticias. Los que han promovido y ejecutado crímenes de lesa humanidad tienen que pagar ante la justicia y con la cárcel por los hechos producidos, por lo tanto tiene que haber un espíritu constructivo hacia delante”, comenta durante su estancia en México con motivo del II Congreso por la Independencia de Puerto Rico.
Las copas de vino, los canapés, el ron, la noche somnolienta que cae sobre el Museo de la Ciudad de México, todo invita a hablar sobre la reivindicación de la lucha social, esa lucha que parece atada al continente desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
Y allí, en el patio central del museo, rescata lo que llama el aporte más importante que ha hecho México a la lucha social de Latinoamérica: La Revolución Mexicana. “La Revolución Mexicana, al principio del siglo XX, fue un faro que iluminó a toda América Latina y nos encontramos en ese proceso los latinoamericanos con lo que es la mejor tradición, por ejemplo educativa. Lo que fue la reforma universitaria de 1918 donde estalló en Córdoba y acá en México, en momentos en que no existía internet, nos pusimos de acuerdo para llevar adelante los mismo postulados”, comenta.
Para él, la Revolución de nuestro país “iluminó” la necesidad de mayor democracia y de mayor igualdad y un nuevo rol del Estado. “También ató al continente, esos viejos postulados hoy renovados deben ser los puntos de debate para una democracia con nuevas bases... fue ( la Revolución Mexicana) un rescate de lo nacional, de lo popular y un aporte del pensamiento progresista en el continente”.
—¿Cómo ve a la izquierda en América Latina?
—Hay un momento interesante, marcado en la continuidad democrática de los pueblos que se alejan del neoliberalismo que durante dos décadas y media asoló la región, que dejó una catástrofe económica y social terrible como consecuencia, y por eso vemos que todos los procesos democráticos del continente, absolutamente todos, más allá de los resultados finales, hay un corrimiento de grandes sectores populares de apoyos a partidos y fuerzas políticas que intentan expresar esas demandas populares.
Y para muestra un botón: “Vemos un momento muy interesante que quedó expresado en la última reunión de la OEA, en el conflicto entre Ecuador, Colombia y Venezuela en donde el aislamiento de Estados Unidos y Colombia fue muy evidente y donde quedó la percepción de que en la región debe haber un pensamiento autónomo, una mirada solidaria, de integración. Esos son los rasgos interesantes que vemos en estos momentos”.
Para el presidente del Partido Socialista, México no se sustrae a esa movilización social.
“Hay un corrimiento de cada vez más capas sociales buscando alternativas políticas distintas, y por eso me parece que México no escapa a ese diagnóstico general de una región que busca gobiernos progresistas, que busca gobiernos que tengan una nueva visión del rol del Estado, rol del Estado que durante el liberalismo se llegó a la mínima expresión, se privatizó, desreguló, se abrió la economía y eso dejó saldos negativos”, precisa.
—¿Cómo ve a México, que además tiene un gobierno de derecha?
—Creo que fueron muy parejas las últimas elecciones, fueron muy disputadas, todavía se percibe eso, veo una realidad interesante marcado de abajo hacia arriba, está marcada por sectores populares que buscan interpretar nuevos liderazgos políticos, entonces por eso digo, no me cabe a mí decir qué persona, qué definición concreta pero sí me cabe interpretar que veo a México hacia el mismo proceso dinámico que se ve en toda América Latina.
— ¿Hay en México en verdad una izquierda?
—Creo que izquierda en tanto entendida por amplios sectores sociales y políticos que luchan por una mayor igualdad, sí.
— Y en el ámbito continental, ¿ha avanzado la izquierda con relación, por ejemplo, a los años 70, 80?
—Sin duda, son los pueblos los que han marcado el avance, son los pueblos que en la continuidad democrática hoy ya no votan expresiones de derecha, y la misma derecha en la mayor cantidad de países en el continente hasta tiene que tener un discurso distinto al que tuvieron siempre, hoy tiene que hablar de la justicia social, tienen que hablar del rol del Estado, tienen que hablar de la educación, es decir, que todo ese discurso del neoliberalismo ya hasta la misma derecha lo tiene que archivar.
—¿Todavía se puede distinguir, como decía Norberto Bobbio entre izquierda y derecha?
—Sí claro, mientras haya desigualdad en el mundo siempre va a haber izquierda y derecha.
—¿Es la protesta todavía un arma de la izquierda?
—La protesta siempre será una herramienta para quienes están desposeídos, por eso corrió mucha sangre a lo largo de la historia para conquistar el derecho a huelga, y fueron los trabajadores quienes más aportaron para tener democracia. La ciudadanía ha aprendido a manifestarse pacíficamente por las calles, es bueno que la sociedad no pierda el hábito de salir a la calle a manifestar su reclamo.
Agencias DC AIP JPMM
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