La memoria busca esta referencia del pasado al presente para que no vuelva a ocurrir, “nunca más”, para que la falta de diálogo, la imposición de los intereses de un grupo (la oligarquía) por sobre el pueblo, la violencia y abuso de poder de las fuerzas de orden y el menosprecio a la vida, no se vuelvan a reiterar. “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”, dice Pinto Vallejos, y parece que nuestra “amnesia” como sociedad nos ha llevado a continuar con estas violaciones y perpetuar también su silenciamiento. Después, cerca de 45 matanzas registra nuestra historia hasta el Gobierno de Eduardo Frei Montalva y más cercano aún todas las graves violaciones de los derechos humanos producidas durante la dictadura militar.
La verdad y la justicia van de la mano y son un pilar para aportar a una reconciliación y eso es lo que los movimientos de derechos humanos en Chile han seguido enarbolando, promoviendo los juicios necesarios para conocer los hechos y sancionar a los responsables. Pero en el caso de la matanza de la Escuela Santa María podemos pensar en un juicio ético para que los responsables de la situación que hoy vivimos no desempeñen nuevamente cargos públicos (además de otras medidas legales). En relación con los responsables de la matanza, Pedro Montt Montt, Roberto Silva Renard, el coronel Ledesma, Rafael Sotomayor, Carlos Eastman, entre otros, podemos hacer presente, tal como lo señala el poeta porteño Juan Meza, que estos mismos personajes siguen constituyendo nombres de calles, plazas, regimientos... méritos que no se condicen con su responsabilidad en la matanza de más de tres mil personas, hombres, mujeres y niños, nacionales y extranjeros.
Patricia Albornoz, directora del Departamento de DDHH de la Facultad de Derecho de la Universidad Central
Agencias LN AIP JPMM
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