Dicen que los capitalistas no tienen todos y en todas partes el mismo comportamiento, de tal manera que según las naciones y la idiosincrasia de los pueblos habría , según algunos, unas clases capitalistas que se mostrarían menos agresivas y rapaces frente a sus connacionales.
Los ejemplos que se dan a menudo corresponden casi todos a países europeos donde después del periodo brutal de la acumulación capitalista se establecieron regímenes llamados socialdemócratas en los que los trabajadores parecieran ser un poco más respetados por sus patrones que en otros lugares del mundo.
Es evidente que ese no es caso de nuestro país. Los latifundistas y negociantes del pasado, así como los financieros y los grandes comerciantes del presente, no solo han dado muestras de una completa insensibilidad frente a los problemas de las capas más desprotegidas sino que a menudo han acompañado ese comportamiento con reflexiones que dicen claramente lo que piensan.
Así fue el caso, entre muchos, de Francisco Bulnes, apodado el Marqués, senador y político conservador que en los años 60 habló públicamente de los trabajadores chilenos como de gente con vocación de esclavos. La verdad es que toda la historia social de Chile está marcada por la conducta rapaz, fraudulenta y violenta de patrones y propietarios respecto a sus obreros .
La prueba de esta rapacidad la tenemos , por lo menos, una vez al año cuando se trata de fijar el miserable salario mínimo , al que a regañadientes se le agregan algunos contados miles de pesos. El fraude está patente en el ocultamiento de las ganancias de las empresas y en las mentiras que se arguyen para negarse a toda mejora salarial. Y en cuanto a la violencia, tan conocida de nuestros proletarios, basta hoy con oír el testimonio de empleados y obreros que en las empresas y comercios escuchan, en el mejor de los casos, a sus patrones decirles con una insolencia grosera:” si no te gusta, te vai”.
Por José Cañas C. RUCH
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