martes, 1 de octubre de 2013

WINSTON CHURCHILL TAMBIÉN FUE UN CRIMINAL DE GUERRA


Un libro publicado recientemente revela que, siendo ministro de Aviación del Reino Unido, Winston Churchill ordenó un ataque con armas químicas contra los bolcheviques que se hizo efectivo entre agosto y septiembre de 1919 en el norte de Rusia. 

La información aparece publicada en el libro 'Russian Roulette: How British Spies Thwarted Lenin's Global Plot' ('La ruleta rusa: Cómo espías británicos frustraron el complot global de Lenin'), del historiador británico Giles Milton, que se documentó en los archivos de un servicio de inteligencia británico. 

Según Milton, "el verano de 1919 Churchill planeó y ejecutó un ataque químico sostenido en el norte de Rusia", escribe el diario 'The Guardian'. El Ejército británico lanzó bombas M Device, que contenían un gas altamente tóxico llamado difenilaminaclorarsina. El general mayor Charles Foulkes, responsable del proyecto, calificó las bombas M Device como "el arma química más efectiva jamás inventada". Keith Price, el máximo responsable de la producción británica de armas químicas, añadía que el Gobierno bolchevique caería rápidamente si se empleaban armas tóxicas contra él. 

Sin embargo, el Gabinete de Ministros británico se oponía al uso de esas armas, lo que irritaba a Churchill, que también propuso bombardear con M Device a las tribus rebeldes del norte de la India. "Estoy totalmente a favor de usar gas venenoso contra tribus incivilizadas", declaró Churchill en un memorándum secreto citado por Milton. 

El ministro de Aviación criticó a sus colegas por su "aprensión", y declaró que "las objeciones de la Oficina de la India a usar gas contra los nativos son inaceptables. El gas es un arma más compasiva que un proyectil explosivo, y obliga a un enemigo a aceptar una decisión con menos pérdidas de vidas que cualquier otro instrumento de guerra". 

Finalmente, se enviaron a Rusia unas 50.000 bombas M Device. Los británicos empezaron a emplearlas el 27 de agosto de 1919 contra la aldea de Yemtsa, en la provincia noroccidental de Arjánguelsk. Según el autor del libro, el gas obligó a los bolcheviques a huir presos del pánico, las personas atrapadas en la nube verde vomitaban sangre y se desplomaban inconscientes. 

No hay información sobre si los ataques provocaron víctimas mortales. Los ataques continuaron en otras aldeas rusas: Chunova, Vijtova, Pocha, Chorga, Tavoigor y Zapolki. Pero las armas fueron menos eficaces de lo que esperaba Churchill, en parte debido al clima húmedo de esa zona de Rusia en otoño. En septiembre, los ataques fueron suspendidos, primero temporalmente y después de manera definitiva. Dos semanas después las bombas no utilizadas fueron desechadas al mar Blanco. 

Agencias  Prensa   RMP  AIP  PM  RTV
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