martes, 1 de julio de 2008

CHILE...CARLOS CASZELY Y EL PRESIDENTE ALLENDE

En el período más álgido de la Unidad Popular un grupo de jugadores unió el país gracias a una espectacular campaña en Copa Libertadores, donde por primera vez un cuadro nacional se empinó hasta la final. Haciéndole una finta a las protestas, al polarizado clima político y hasta a la falta de movilización, el Nacional vivía una fiesta y Chile se daba un respiro en cada partido de los albos.

Ni "Chino", ni "Gerente", ni "rey del metro cuadrado", ninguno de los apodos que fue acumulando a lo largo de su carrera. En términos comunicacionales para quienes trabajan por y para la dictadura de Augusto Pinochet, Carlos Caszely era simplemente conocido como "el resorte". "Porque me trataban de aplastar, aplastar, aplastar y yo hacía un gol y ‘¡pum!’ saltaba", cuenta el propio ex goleador refiriéndose a su figuración mediática en los primeros años del gobierno militar.


Cuenta que la historia de su peculiar denominación se la contó un propio ex Dinacos (Dirección Nacional de Comunicaciones) con el que compartía pichangas muchos años después de los hechos en cuestión, sucesos que a su vez tenían su origen mucho tiempo antes de la llegada de Pinochet a La Moneda.


Esto, cuando el entonces joven delantero se convirtió en el símbolo de Colo Colo y por extensión del Gobierno de la Unidad Popular debido a la estrecha relación que se estableció entre el Presidente Salvador Allende y el cuadro popular que en 1973 rozó la gloria en la Copa Libertadores de América.


Dicha campaña le permitió a Caszely no sólo conocer personalmente a Allende, sino que también tener algún grado de cercanía con él, forjada en los varios encuentros que el Mandatario tuvo con el plantel popular, uno de ellos incluso en Argentina.


"Lo conocí el ’71 cuando nos invitaron a La Moneda, después compartimos más. El ’73 estábamos en Argentina y nos llevaron a la embajada chilena para que nos reuniéramos con él. Él nos pedía que siguiéramos con esa labor maravillosa. Con Colo Colo estuvimos dos o tres veces con él y con la selección otras tantas.


-¿Es verdad que era hincha de la "U"? (ver recuadro)
-No sé, no tengo idea. Lo único que te puedo decir es que independientes de sus gustos futbolísticos, todos los presidentes y los políticos cuando quieren sacar algún provecho invitan al equipo que está de moda, y Colo Colo está de moda siempre.


-¿Qué le parecía a usted Allende como persona más allá de su cercanía política?
-Nunca tuve la oportunidad de compartir con él aparte de los momentos que vivimos con Colo Colo y la selección. Nunca visité su casa o nos juntamos a almorzar o a tomarnos un café, pero me parecía un gallo que quería hacer algo con el país, que estaba preocupado de que la gente pudiera tener las cosas básicas.


-¿Y cómo era la relación del grupo de jugadores con él?
-De admiración y de respeto por ser el primer Presidente socialista elegido democráticamente en el mundo. Entonces había un respeto por lo que él pretendía, por lo que él decía y por poder compartir con él algunos momentos.


-Alguna vez dijo usted que no se quería ir a jugar al extranjero para participar en el proceso que vivía el país.
-Yo estaba en la universidad, quería ser profesor para entregar mis conocimientos a mí país, entonces dije "no me quiero ir aún, quiero entregar y devolver", pero después te das cuenta que las palabras se las lleva el viento porque nadie te da la posibilidad para que tú lo puedas realizar.


¿Retrasan el golpe?


-Hasta telegramas les mandaba el Presidente cuando jugaban Copa Libertadores.
-Claro. Llegaban al camarín o mientras cenábamos. El que los leía siempre era el "Chamullo" Ampuero: "Cabros, cabros, llegó telegrama del Presidente", decía. Era un acontecimiento. Igual que una vez nos mandó uno Pinochet antes de jugar con Perú el año ’79 por eliminatorias. Lo leyó el ‘Guatón’ Santibáñez: "Muchachos, llegó un telegrama del general Pinochet, lo único que nos pide es que logremos ganar el partido", decía el ‘Guatón’ (le imita la voz).


-¿Ustedes no se planteaban que estas apariciones de Allende con Colo Colo podían ser una maniobra de propaganda del gobierno?
-No es que pudieran ser, es que lo eran.


-¿Y no había reparos con eso?
-Del 60 por ciento de ese plantel no, había un grupo que sí, pero a los deportistas nos han utilizado toda la vida. Ahora, a veces tú te dejas utilizar con agrado y otras con desagrado. Es que el deportista es un gallo muy sano, siempre lo he dicho. Muy inteligente, pero poco culto.


-¿En la interna de ese plantel albo se hablaba de política?
-Sí, nosotros teníamos un grupo que hablaba de todo, de fútbol, de minas, de autos, y también de política, si es lógico, por qué un ser humano no va a hablar de política.


-¿Y eran debates apasionados?
-Sí, eran muy buenos, aunque eran como secreto de camarín porque en la cancha siempre fuimos uno solo. Aunque pudiésemos tener diferencias y decir "éste tal por cual qué se cree, que Allende aquí, que el tal por cual de Pinochet allá, qué sé yo", cuando entrábamos a la cancha éramos todos uno, no había diferencias.


-¿Adhiere a la tesis respecto a que Colo Colo ’73 retrasó el golpe?
-No es una tesis, es una realidad, porque todo el mundo estaba preocupado de nosotros que jugábamos martes, viernes y domingo, desde marzo a agosto más o menos. Después, cuando ya no había tanto deporte comienza a ponerse más tenso lo que había empezado en marzo.


-¿Dónde lo sorprende el golpe militar?
-Nosotros llegamos a las 9 de la mañana a Pinto Durán, estábamos entrenando con la selección y el "Zorro" Álamos nos dice: "Esto muchachos está complicado, así es que hay que irse para la casa, después los vamos a llamar". Y ahí me fui a la Universidad, al Físico, estaba la cagada. Voy al Pedagógico a buscar a la María de los Ángeles, mi señora, y también estaba la escoba, todo el mundo me decía "’Chino’, ándate para la casa". Al final parto a su casa y desde ahí me comunico por teléfono con mis papás que me dicen: "Carlos, mejor quédate allá que la cosa acá está brava". Yo vivía en San Miguel.


-¿Temió alguna vez que le pasara algo?
-Claro. Es mentira que uno diga que estaba tranquilo. No, estaba cagado, para qué decir una cosa por otra. Y cuando el 18 de septiembre salimos de Chile para ir a jugar el partido con Rusia, a mí me va a buscar el "Zorro" Álamos con un comandante a la casa de la María de los Ángeles y por eso, me imagino, llego a Pinto Durán sin problemas. Pero estaba cagado de miedo.


-¿Finalmente no le pasó nada?
-No, a mí no, menos mal, pero si tuve allanamientos en mi casa. Veía que los gallos me perseguían. Siempre cuento la historia de que una vez me iban persiguiendo y me paré a la mitad de la cuadra y fui a encarar a los gallos. "Puta Carlitos, no Carlitos, no se preocupe, si nosotros lo andamos cuidando Carlitos", me decían. Es que yo era querido por el 90 por ciento del pueblo y lo sigo siendo.


Revancha y consecuencias


-¿En qué momento se entera de la muerte de Allende?
-Supimos en México y nos contó gente que estaba vivía allá. Después de Rusia yo me quedo en España y allá decían que lo mataron, otros que se suicidó y al final era por noticias de gente que vivía en España, se sabía más allá que acá.


-¿Recuerda cuál fue su sensación en ese momento?
-Yo te diría que fue una gota de sudor que corre por mi frente o por mi espalda, una cosa así. ¿Por qué? ¿Para qué? me preguntaba, a mí no me cabe en la cabeza tomar un arma. Sufro con las guerras, soy un tipo de bastante conciencia y de bastante sentimiento, soy de piel, entonces todas estas cosas de asesinatos, de torturas, me dan mucho temor, mucho miedo.


-Más allá de no ser tan amigos con Allende, sí había una química entre ustedes.
-Sí, por supuesto. "Cómo está mi goleador. Va a seguir haciendo goles por Chile", me preguntaba siempre. "Sí, Presidente. Los que pueda", le respondía. Me preguntaba por mi familia y yo por la de él. Pero lo primero era "cómo está mi goleador". Nunca se me ha olvidado eso. Imagínate, me consultaba si seguiría haciendo goles por Chile y eso que estaba por Colo Colo.


-¿Le pesó mucho después esa cercanía que llegó a tener con él?
-Hasta el día de hoy. Me ha costado mucho mantenerme donde he llegado, muchísimo. Hasta el día de hoy tengo problemas.


-Por esos problemas ¿nunca renegó de haber mostrado simpatía por la UP?
-No, po’h. No lo he negado nunca y nunca lo voy a negar. Que eso me trae problemas, claro que sí, y si por eso me cuesta más entrar a los medios de comunicación, por supuesto, pero cuando la gente me conoce se da cuenta que soy un gallo honesto o al menos trato de serlo.


-Pero por los peligros que dijo haber corrido post golpe ¿no pensaba que tal vez no debió abanderizarse tanto?
-Por qué debía callar cuando el país me decía "pucha Carlitos, hable por mí que yo no puedo". Ahora, lo que me cuestiono hoy es que después del ’90 todos estos gallos que están ahora en el Gobierno, y que están ahí porque uno se la jugó, se olvidaron de uno. Eso sí, y ponlo con rojo. Después del año ’90, de los que nos jugamos por la democracia, se olvidaron. Si me dicen, "oye ‘Carlos’ no te llamamos porque no eres capaz", lo voy a entender, ok, no sirvo, si no soy perfecto. Pero yo estuve en la primera línea y estos que están ahora no, estaban fondeados quizás en qué casa por ahí y ahora todos los huevones hablan.


-¿Cuándo no le dio la mano a Pinochet fue como una revancha por Allende?
-Diría que fue el reflejo del 80 por ciento del país que quería una democracia en ese momento. Fuimos a la Unctad y esperábamos un desayuno. De pronto entra un tipo con capa, lentes oscuros. Me acordé, del diario de Ana Frank, porque me vino a la mente como la gente con un miedo terrible se escondía cuando venían los alemanes, fue esa la sensación que a mí me dio. Pensé: ¿Qué hago en representación del pueblo chileno? y mi forma de no estar de acuerdo fue poniendo las manos atrás. Entonces él pasa saludando a cada uno y cuándo pasa frente a mí pasa de largo porque vio que no le tendía la mano. Desgraciadamente para él, en la tapa de La Segunda, ¡en la tapa!, pusieron: "El desaire de Caszely a Pinochet" y por pelotudo al gallo que mandaba esa cuestión lo echaron y ahí quedó para la historia.


-Después Pinochet, medio en serio, medio en broma, le llamó la atención porque usted usaba corbata roja en otro encuentro oficial.
-Claro, tuve varias, esos son los que se supieron, pero te diría que con el único que él hablaba era conmigo, siempre, siempre se acercó a conversar conmigo. Pero ya está.


-Su cercanía con la UP hasta les costó salir de la selección.
-El año ’78 (en eliminatorias), ante Perú, se negaron a que viniera. Dijeron que estaba lesionado, pero era mentira porque el domingo anterior había jugado. Estaba con las maletas listas para venirme el domingo desde Barcelona y (Eduardo) Gordon dijo que no. Chile dejó de ir a un Mundial por la imbecilidad política de un tipo que era presidente de la Asociación Central de Fútbol que dijo "Caszely no viene".


-¿Hasta qué parte de su carrera le pasaron la cuenta?
-Diría que hasta que vuelvo a Chile el ’78, aunque el ’83 no me llevan a la Copa América y Chile anduvo mal, pero yo acá hacía goles, hacía goles y hacía goles. Y era tanto, tanto, tanto, que la prensa tuvo que decir: "Llamen a Caszely" a pesar de todos los problemas que pudieran tener, porque la prensa estaba manejada por Dinacos de la forma más atroz que tu puedas imaginar. A mí me lo comentó después un gallo que trabajó en Dinacos en esa época: Me decían "el resorte".


Agencias Rodrigo González Ogalde LN AIP JPMM

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