viernes, 9 de mayo de 2008

ESPAÑA...JOAN LOPÉZ LLORET Y "UTOPÍA 79"

El cineasta estrena 'Utopía 79', un documental que aborda la revolución Sandinista desde distintos prismas y personajes.

Joan López Lloret (foto)

La Nicaragua Sandinista fue, para el joven realizador Joan López Lloret, una de las últimas esperanzas de las generaciones de los 60 y 70. Con esta premisa el cineasta se adentra en los hechos históricos y en los relatos en primera persona de aquellos que la llevaron a cabo; de aquellos que, movidos por la ilusión, se embarcaron hacia Centroamérica para convertirse en cooperantes y de los que, nacidos tras ella, han recogido sus frutos y sus olvidos. Tras una apuesta tan personal como Hermanos Oligor, estrenada recientemente y premio del público en el festival de Málaga de XXX, López Lloret abraza la temática social apostando por las personas y sus ilusiones o lo que queda de ellas. ¿La utopía está en el horizonte...?


-Sus primeros documentales sobre Burkina Faso o la ocupación en Holanda eran de corte social. Con Hermanos Oligor buscó algo más personal y, ahora, vuelve al relato de trasfondo social. ¿De dónde surgió la idea de un documental sobre la revolución Sandinista?
-Empezó en los años 70, mi madre estaba metida en grupos de extrema izquierda en Barcelona y venía gente de Latinoamérica -de Chile, Argentina- así que había una familiaridad con esos países. Oía cosas en casa y en el 79, Maria Mas –que sale en la película y que era muy amiga de mi madre- se fue con dos compañeros a Nicaragua como internacionalista, como los brigadistas de la Guerra Civil aquí. No iban a luchar porque no había guerra pero, como se narra en el documental, aprendieron a usar armas. Ella me contaba historias sobre la revolución. En los ochenta, cuando aquí todo era un poco apolítico, Nicaragua fue una referencia. En los 90 fui a hacer allí un reportaje para Ajoblanco y sobre el 2004 Maria me comentó que uno de sus colegas, Jordi Mena, tenía unos diarios personales sobre de su estancia allí. Se los pedí, los leí y vi que allí había una historia.

-Que decidió contar de forma coral a partir de distintos diarios y artículos…
-Sí. Poco después, estaba haciendo un documental en Vietnam con Walter Tauber y él me habló de que escribió muchos artículos en Nicaragua. Al final, yo los acabé rescatando de una revista holandesa. Por ejemplo, una entrevista con el dictador Somoza. Con sus artículos, el diario y el libro de Omar Cabezas, que es un como el diario del Che para los nicaragüenses, con estos tres pilares empecé a hacer el guión, buscar la financiación e investigar.

-El documental se compone de partes rodadas en Nicaragua, otras en Barcelona, imágenes de archivo. ¿Cómo fue el proceso?
-Empecé leyendo estos diarios y visionando imágenes de archivo, hasta tener claro qué quería rodar. Fuimos a Nicaragua, vimos más imágenes de archivo, lo cual era una proeza ya que debíamos hacerlo con moviolas, vigilar que no se rompiera la película…Ahí no hay dinero para conservar este tipo de cosas. Y después estuvimos allí rodando casi un mes. Luego hicimos aquí entrevistas y demás, buscamos imágenes de archivo de los setenta –las manifestaciones, el discurso de Franco-. Con todo, ha sido un proceso de dos años, que he ido combinando con otras cosas, claro.

-Al principio del filme se da cierto paralelismo entre la situación de triunfo revolucionario nicaragüense y los primeros años de nuestra Transición. ¿Qué pretendía?
-En 1974 ambos países viven bajo una dictadura y aunque son diferentes, uno puede hallar numerosos paralelismos. El primero: en el 36 aquí gana el Frente Popular, allí en el 79 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), uno gracias a las elecciones y otro por las armas pero ambos eran un conglomerado de muchos pequeños partidos que, por una serie de circunstancias, cuando llegaron al poder perdieron esa pluralidad. Aquí hubo una represión contra el estalinismo, los hechos de Mayo, se retiran las mujeres del frente, vuelven a casa los internacionalistas… Y en Nicaragua lo que ocurre es que Estados Unidos, con esa ansia de clasificar, crea la guerra de la contra [de contrarevolución] y posiciona al gobierno Sandinista hacia posturas más cubanas o soviéticas. Es un poco como cuando en la II Guerra Mundial y posteriormente los países europeos y Estados Unidos no intervinieron en España, seguramente les interesaba tener un pequeño país fascista para que no entrara el comunismo por el sur de Europa.

-Pero juega además con las esperanzas de cambio tras la dictadura en España y el cambio o la revolución a todos sus efectos que sí se producía en Nicaragua…
-Este es el concepto de la película: se trata de la ilusión, no de lo que realmente ocurre sino del deseo de que ocurra. Evidentemente cuando acaba la dictadura y llega la democracia, una democracia convencional europea, es mejor que la dictadura pero esa ilusión de que pasara algo extraordinario se pierde. La última ilusión proyectada, como en los 60 había sido el Che, es la revolución Sandinista de Nicaragua. Por eso hablo de ilusiones, de utopía.

-Su intención es que el espectador se quede con una sensación de pesimismo, de utopía no realizada o con una más cercana a los versos de Benedetti, que la utopía nos sirve para caminar?
-Mi intención no es tener una verdad, una de las cosas que he comprendido al viajar y más con este trabajo en Nicaragua, es a ver las cosas desde distintos prismas. Al final de la película depende de dónde esté el espectador lo verá de una forma o de otra. Evidentemente hay una desesperanza. No estoy diciendo una verdad, estoy diciendo cosas que hagan pensar. Eso es lo interesante de un trabajo: crear un proceso de reflexión y creo que esto se da. Esta era mi intención.

-Por ello vemos que hay política, revolución pero también otros aspectos, la reforma agraria, las campañas de alfabetización, el cine… Pasando por la contrarrevolución y la guerra, la corrupción (las llamadas piñatas)…
-Todo es en torno de la ilusión y la desilusión y lo que es, sobre todo a nivel humano, una utopía. Posiblemente el proceso que sigue el mundo es el de pasar de una utopía colectiva a una utopía individual. El consumismo y el sistema económico actual nos llevan a ello, incluso en el caso de países tan pobres como Nicaragua. Como aparece en el documental, la gente va al McDonall"s y al centro comercial: el individualismo, ayudado por el consumo, hace más difícil la utopía colectiva porque lo que se busca son sueños individuales, así que es menos probable que ocurran cosas como una revolución.

-Yendo a un terreno más concreto, ¿qué ha sido lo mejor del Sandinismo desde la perspectiva actual?
-Creo que la revolución Sandinista es una de las cosas más interesantes que han pasado en el siglo XX. Nicaragua es uno de los países más pobres de Latinoamérica –el segundo creo en términos de PIB- y yo he visitado barrios llenos de chavales enganchados al pegamento, bandas… Pero todo es mucho más suave, no es tan peligroso como en otros países como El Salvador o Brasil, gracias a que las estructuras vecinales creadas en la época Sandinista siguen funcionando. La gente, por ejemplo, reflexiona, se han rebelado contra el poder, han hecho una revolución y esto es un orgullo para ellos y hace que estén acostumbrados a reflexionar sobre las cosas.

-¿Y lo peor?
-Lo negativo es la democracia inestable que ha habido después, no tan lejano a lo que tenemos aquí, que más que una democracia son una serie de pactos, de mercadeo y al final el país se empobrece. Los Sandinistas, después de tanta guerra, acaban perdiendo las elecciones porque es la única manera pararla, la única forma de que Estados Unidos dejara de dar dinero a la contra. Hay gente Sandinista que vota a la candidata de la derecha, Violeta Chamorro, para que dejen de matar a sus hijos. Todo este periodo es muy triste, personajes mediocres al poder, alguno en prisión por corrupción…El retorno de Daniel Ortega ahora no tiene nada que ver con lo que fue, es una continuación de este sistema democrático, es el partido Sandinista como podría ser cualquier otro partido, incluso pacta con la derecha para poder gobernar. Lo peor es esto, ver cómo todo se deshace.

-Con Hermanos Oligor esperó dos años hasta la pudo estrenar. Ahora parece que todo ha ido mejor ¿Se allana el camino en el mundo del documental?
-La distribución del documental siempre es complicada, tenemos que luchar contra el gigante de la ficción. Yo creo que a nivel narrativo un documental puede aportar cosas mucho mejores que una película de ficción. El problema es que no tenemos actores famosos, ni un poder económico de promoción…Aunque nosotros hemos demostrado con Hemanos Oligor, que ha estado tres meses en cartelera, que si se da oportunidad a la película, funciona. Normalmente la gente no va la primera semana pero la industria necesita esa inmediatez porque detrás viene otra película y otra. Pero tampoco me quejo. Miremos la parte positiva, ahora hay unos cuantos documentales en cartelera, algo impensable hace unos años.

-De hecho, ha habido cierto resurgir del género…
-Yo creo que hay una crisis en la ficción de cierto cine más independiente porque, por una cuestión de costes, deja de ser independiente y este papel lo está ocupando el documental, que es el cine más libre. Cuando te imponen un actor, un final de guión, deja de ser independiente.

-¿No hay imposiciones en el cine documental?
-Siempre en un proceso industrializado hay que escuchar las distintas opiniones, trabajas en equipo pero hay mucha más libertad. Aunque tampoco soy naíf, sé que pasa en la industria y me pongo en el papel de los productores, los distribuidores…

-Por último, qué debe tener un documental para llegar al público?
-Primero creo que hay que hacer una buena película porque no tienes otro reclamo, no tienes ni un actor o una actriz guapísimos. Y segundo, por más de autor que sea debe llegar a la gente. Yo no hago documentales para que gusten a cuatro intelectuales y el 80% de la sala se levante diciendo esto es un tostón, no entiendo nada. Yo ya sé que a una persona que conoce la revolución Sandinista le interesara el documental pero el éxito es precisamente este: conseguir que quien no sabe nada de ello se entusiasme, le interese o descubra un mundo.

Agencias LV AIP JPMM

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