En la audiencia de alegatos realizada el martes, los abogados de la joven solicitaron prisión para el oficial del Ejército Enrique Berthier, acusado de haber sustraído en 1978 a María Eugenia del hospital militar donde nació, y para Osvaldo Ribas y María Cristina Gómez Pinto, responsables de su crianza bajo la mentira de que era adoptada.
Este juicio, que se celebra en un tribunal oral federal de Buenos Aires, es inédito en Argentina pues nunca antes un hijo de desaparecidos que recuperó su identidad había llegado tan lejos, sentando en el banquillo a sus apropiadores: María Eugenia, en cambio, a sus 30 años los querelló y tuvo el coraje de dar testimonio a los jueces.
Así pues recordó que de pequeña, con sólo 10 años, Ribas y Gómez Pintos la engañaban contándole tres versiones distintas sobre qué había pasado con sus padres: le dijeron que habían muerto en un accidente; que su mamá era una mujer que hacía la limpieza y la regaló; o que era una azafata residente en Europa y embarazada en Argentina de una historia extramatrimonial.
Pero a María Eugenia le llevó mucho tiempo procesar todo esos datos y al cumplir los 22 años desconfió de aquellas historias. Entonces se presentó en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad
(CONADI) para resolver las dudas sobre su origen. Allí le recomendaron someterse a los estudios del ADN genético y los resultados arrojaron de dónde provenía.
Ahora sabe con certeza que es hija de Mirta Mabel Barragán y Leonardo Sampallo, ambos desaparecidos. Su mamá trabajaba en una fábrica, la Sociedad Industrial de Aparatos de Precisión (SIAP), era delegada sindical y militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista. Su papá trabajaba en el astillero Río Santiago, era subdelegado y también militante de aquella agrupación política.
La dictadura los secuestró en febrero de 1978 cuando Mirta estaba embarazada de seis meses. Fueron a parar al campo de exterminio 'El Atlético' y luego a 'El Banco'. Para el parto, a ella la trasladaron al hospital Militar, pero desde entonces nunca más se supo nada de la pareja. La pequeña apareció a los tres meses en la casa del matrimonio Ribas-Gómez Pinto.
María Eugenia no guarda buenos recuerdos de su infancia. Por el contrario, se acuerda de que cuando reñía con Gómez Pinto ésta le achacaba ser "una desagradecida". "Si no fuera por mí, hubieras terminado en un zanjón", solía gritarle, según confió la joven al declarar frente a los jueces.
Ahora solo pretende que este juicio "sirva a otros chicos que están en la situación en que yo estaba", es decir, secuestrados por apropiadores de la dictadura, y reclamó que "la sociedad argentina deje de aceptar que roben a los hijos de otras personas".
Según cálculos de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, un total de 88 chicos 'robados' por funcionarios de la dictadura han sido recuperados y devueltos a sus verdaderas familias, pero aún quedan unos 400 jóvenes, nacidos entre 1976 y 1980, que fueron apropiados por familiares de militares y aún no conocen su verdadera identidad.
Agencias AIP JPMM EM
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