jueves, 14 de febrero de 2008

ENTREVISTA A KHALID M. KHALID: IRAK ES UN CASO DE EMERGENCIA

Un alto cargo de la ONU decía que "Iraq es el conflicto que más se conoce del mundo pero la crisis humanitaria más desconocida". Khalid M. Khalid, responsable del programa de desarrollo de Naciones Unidas para Iraq, da unas pinceladas que ayudan a entender qué está pasando en el país árabe.


"Es un caso de emergencia que no tiene paralelismo en el mundo". Así describe Khalid M. Khalid la situación humanitaria que vive Iraq, un país del que mucha gente conoce el conflicto pero pocos saben de las condiciones reales de la población civil. Khalid, responsable de Evaluación y Estudios en la Unidad de Reducción de la Pobreza del Programa de la ONU para el Desarrollo en Iraq, da algunos datos que así lo atestiguan: hay más de dos millones de refugiados a otros países y dos millones más de desplazados. A todo ello se suma la gente que ha muerto: "los datos más moderados, que proceden de la ONU, dicen que en 2006 murieron unas cien personas de media por día. Pero mi percepción personal es mucho mayor. De hecho, el Informe Lancet de 2006 subió esta cifra a 1.000 personas muertas al día. ¿Es o no es pues una crisis humanitaria?", se pregunta Khalid, arquitecto y urbanista, que la semana pasada visitó Barcelona para participar en el ciclo Conflictes al món àrab. Conseqüències econòmiques i ecològiques, organizado por el Iemed.

La lamentable situación del país árabe se refleja también en otros aspectos, como son la salud, la educación o los servicios básicos. Apenas hay corriente eléctrica en Bagdad, algo que se hace especialmente cruel en una ciudad donde la temperatura en verano puede alcanzar más de 50 grados centígrados. Además hay que considerar que las fuerzas militares neofascistas que ocupan el país, tienen bajo su control el petróleo, que a la población local le genera diversos tipos de problemas.


Khalid ya no vive en Bagdad. En 2004 de instaló junto a su familia en Jordania. Sin embargo, su trabajo en Naciones Unidas hace que de vez en cuando viaje a la capital iraquí. No es un viaje fácil: "Cuando tenemos que ir allí tenemos que ir en un avión militar. Además, al formar parte de la ONU no es fácil entrar y salir de Bagdad sin la protección adecuada. Una vez llega el avión, hemos de ser escoltados hasta lo que se conoce como la Zona Internacional (también llamada Zona Verde) dentro de Bagdad. Este es un área protegida por las fuerzas estadounidenses y donde están las oficinas de la ONU o la embajada de EE.UU., entre otras".


Dice Khalid que las medidas de seguridad que se toman una vez se llega a Bagdad son caras, y no sólo en el aspecto económico, sino también en el personal: "Ir a mi casa es imposible para mí porque, siendo un miembro de la ONU, soy un objetivo. Ahora en Bagdad se dan muchos secuestros, para los que piden unos rescates muy elevados".


De todos modos, visitar el que fue su barrio no es una de las prioridades de este funcionario de Naciones Unidas. ¿Y a tus amigos? "No hay amigos, sólo trabajo. Si te digo la verdad, no me queda nadie en Bagdad a quien visitar. La mayoría de mi familia está fuera, algunos de mis mejores amigos fueron asesinados. ¿Ir a Bagdad para ver a quien?".


Para los que viven en el país árabe las cosas parecen mejorar transitoriamente. El nuevo plan de seguridad de EE.UU. ha reducido de momento el número de ataques de la insurgencia. No obstante, el destino quiso que mientras Khalid atendía a la prensa dos mujeres discapacitadas psíquicas se inmolaban en pleno mercado de pájaros de Bagdad, provocando más de sesenta muertos, en lo que se convirtió en la peor masacre de los últimos meses.


Antes de conocer la enésima matanza en la capital, Khalid convino que "sigue habiendo atentados suicidas pero es cierto que no con la intensidad que solía". Así se lo han contado personas que viven en Bagdad. Con todo, la vida bajo la amenaza constante de atentados afecta el ritmo diario de la ciudad: "A causa de los ataques, la gente suele cambiar mucho sus planes; las zonas comerciales o los mercados cierran durante periodos muy largos. En mi barrio, por ejemplo, cuando las cosas empeoraron en 2006 hubo tiendas que tuvieron que cerrar durante más de un año".


La normalidad a la que aspiran los iraquíes pasa por recuperar la armonía existente entre la comunidad suní, chií y kurda. Khalid, funcionario de Naciones Unidas, tiene claro quien atiza las tensiones entre estos grupos y quien provoca los movimientos masivos de población: "Las milicias. Tienen el poder y las armas para aterrorizar a la gente y forzarla a abandonar sus casas". En el caso de Bagdad, explica Khalid, "la mayoría de desplazados se han originado en las áreas mixtas".


La opinión más generalizada entre los ciudadanos de a pie es que esta tensión entre comunidades no es buena: "La inmensa mayoría dirá que no, que no la aprueba. Mi caso: yo soy suní, de abuelos kurdos y en nuestra familia hay matrimonios con familias chiís, porque vivimos en el mismo sitio y estas cosas pasan. Puedo no estar de acuerdo del todo con esta mezcla de confesiones, pero no significa que no lo acepte. Este tipo de familia, además, es muy común en Bagdad".


Es recurrente, aunque no por ello hay que obviarlo, preguntar a este iraquí exiliado en Amman qué papel juega y ha jugado, según su visión, el petróleo en la historia de su país desde su independencia en 1932.

"Iraq es el segundo productor mundial de petróleo, y pese a ello la gente no tiene suficiente combustible para cocinar, llenar los depósitos de sus coches o encender la calefacción en invierno", lamenta Khalid, que destaca la extrema dependencia que la economía del país árabe tiene del petróleo: "No puedo imaginar otra fuente de ingresos para contribuir al presupuesto que no sea ésta", manifiesta. El presupuesto, pues, se alimenta del petróleo y eso, dice el funcionario de Naciones Unidas, es un problema con la ocupación: "porque se depende de la subida y bajada de los precios del barril, y porque es una industria expuesta de forma continua al sabotaje y a los ataques, aunque, como sucede con la Zona Verde, la industria petrolera está un poco mejor protegida".


Y es que, según se desprende de sus palabras, los pocos lujos que hay en el país son para la industria petrolera: "Incluso sin haber mucha electricidad, estas refinerías funcionan porque son algo especial ya que se les da mucha atención para mantener o mejorar los niveles de producción", de parte de los controladores y ocupantes.


Sin embargo, dice Khalid M. Khalid, "el dinero" procedente del petróleo "no contribuye a paliar las necesidades de la población". Sin embargo lo que está claro, es que el dinero del petróleo va a parar a los bolsillos de los altos mandos corruptos de las fuerzas de ocupación y a las trasnacionales americanas que se han hecho de su control.-


Agencias LV AIP JPMM
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