jueves, 31 de enero de 2008

CHILE...HAY QUE CAMBIAR LA CONSTITUCIÓN

Quiero manifestar mi solidaridad con los compañeros subcontratados de Codelco, que hoy están viviendo la más cruda realidad de este modelo económico. Un saludo a todos ellos, en nombre de Cristián Cuevas, aquí presente. Sabida es la preocupación de las autoridades por el crecimiento de las cifras de la macroeconomía y su insensibilidad por el deterioro de la calidad de vida de los trabajadores. Recuerdo que hace poco tiempo, el Ministro del Trabajo dijo que un aumento del salario mínimo a 180 mil pesos era un exceso.


Después, Monseñor Goic habló del sueldo ético de 250 mil pesos, y cambió el discurso del Ministro. Eso muestra el grado de insensibilidad de nuestras autoridades. Una de las causas del sufrimiento que está viviendo el trabajador es la precarización del empleo, cuyo mayor énfasis es la subcontratación.


Las trasformaciones producidas en este nuevo escenario del trabajo, se deben a tres hipótesis, basadas en el libro El Fin del Trabajo, de Jeremy Rifkin.


Primera hipótesis, estamos en presencias del fin del trabajo; segunda, estamos en presencia del fin del trabajo asalariado, y tercera, estamos en presencia del fin del trabajo asalariado, estable y bien remunerado.


El trabajo humano está siendo paulatinamente eliminado del proceso de producción. La historia inicia un nuevo ciclo, el de la revolución científica y tecnológica, que inaugura un nuevo modelo de producción y de administración política y social, que transforma radicalmente las características del trabajo, así como la dinámica del mercado mundial y la organización de las sociedades.


Soy funcionario bancario. Internet está eliminando una cantidad impresionante de puestos de trabajo. El dinero plástico fue una de las herramientas que utilizó la industria bancaria, producto de lo cual se empezó a bancarizar a toda la sociedad. Eso, combinado con el flujo financiero a través de internet, está eliminando miles de puestos de trabajo. Este desarrollo científico técnico altera las condiciones de producción, en la medida en que las nuevas tecnologías significan un salto cualitativo en términos de eficiencia, productividad, velocidad y calidad de los procesos de producción, lo que además tiene como consecuencia una fuerte disminución en los requerimientos de tiempo de trabajo y del factor humano en la composición orgánica del capital.


La expansión y la globalización de estos procesos, y de la comunicación, y la reconversión económica, que hace que se transformen las relaciones sociales, se extreman en lo individual y no tienen conceptos solidarios y colectivos. Por consiguiente la gran barrera para el desarrollo es el individualismo. Hoy existe el teletrabajo; es decir, el funcionario se levanta e inmediatamente se pone a producir para el banco, y no tiene término de horario. Podrá tener intervalos, pero está todo el día pendiente de su labor. En ese contexto, las tecnologías de avanzada, en tanto patrimonio de los países centrales, transforman el mercado del trabajo, a la vez que le quitan posibilidades de negociación a los trabajadores. Claro, en forma individual, es muy difícil que puedan presentarle a la empresa un proyecto colectivo, además que no se conocen con sus compañeros de trabajo. Al mismo tiempo, la lógica económica financiera que este modelo impone, empobrece a los países periféricos y los vuelve cada vez más pobres. Sin poder de negociación, quedamos a expensas de las empresas manejadas por ejecutivos o por los propios dueños.


Las medidas que ha logrado imponer el neoliberalismo, respaldado en la fuerza que le da una inédita capacidad de acumulación de poder económico y financiero, el control de los medios de comunicación y el creciente desinterés en la política, deterioran el poder de decisión de los estados más débiles, como el nuestro. Si no, miremos lo que está pasando en estos días con la Presidenta Bachelet. La brecha entre países pobres y ricos se vuelve un abismo, que ahonda en el interior de las comunidades, las diferencias entre sectores que alcanzan un poder de acumulación cada vez mayor, y otros cada día más pobres, empujando al desempleo o a la precarización.


Un segundo aspecto que considero relevante remite a la distinción entre trabajo y empleo.


En el primer concepto tienen cabida todas las formas de trabajo, que en la medida en que se desarrollan en una sociedad determinada, bajo relaciones sociales particulares, asumen características y definiciones más específicas.


Con el surgimiento del capitalismo se desarrolla el trabajo asalariado, una forma específica dentro de dicho sistema económico, que simultáneamente convive con otros tipos de trabajo. Sin embargo, bajo el sistema capitalista, el trabajo asalariado ha pasado a ser casi la única actividad designada como trabajo, aunque la mayoría de las familias realicen un mayor número de horas de trabajo no asalariado para subsistir, especialmente los más jóvenes.


Desde es perspectiva, la situación de desempleo que hoy se presenta parece una excepción. Sin embargo, el desempleo ser sino un fenómeno característico propio de las sociedades capitalistas, la que se ha identificado con trabajo asalariado en todas las formas. Hoy, cuando nos encontramos con una realidad que se ha modificado, caracterizada por una fuerte reducción de empleos estables, y un aumento del desempleo y el empleo precario, se desarrollan diversos intentos para comprenderla y explicarla, así como alternativas de solución a los problemas que se plantean.


Un grupo de autores, entre los que se cuentan Gorz, Bau y Arias, parten de la crítica al sistema capitalista, postulando un modelo de sociedad: la sociedad del tiempo liberado. Ustedes habrán escuchado eso de que un trabajador tiene libertad de horario, y entra o sale a cualquier hora. Eso es mentira. Tiene hora de entrada común. Lo que no tiene es la salida, que pude ser entre las 19:00 y las 22:00 hrs; por lo menos, así pasa en los bancos. Su crítica al sistema capitalista busca denunciar el predominio del mercado y la extensión del concepto de racionalidad económica a todas las esferas de la vida humana.


Plantean que las sociedades están compuestas por dos esferas: producción y reproducción, que funcionan con distintos tipos de trabajo. Su crítica a los valores denominados denuncian la extensión a la esfera relacionada con educación y socialización, subrayando que esta ha ganado terreno en la vida de las personas, en detrimento de otras relaciones, como son las afectivas y las de la solidaridad. Sin embargo, este planteamiento pierde claridad cuando se concreta en el ámbito del trabajo familiar, en particular, los cuidados de las personas. No hay una preocupación por la salud y por lo que pasa cada trabajador. En este sentido, es posible coincidir con Gorz que en las actividades que impliquen afectos, resulta difícil otorgarles un valor monetario, y no parece deseable transformar las relaciones familiares en relaciones mercantiles. Pero también es verdad que en nuestra sociedad sólo tiene valor lo que se relaciona de alguna manera con el mercado. Es por eso que este planteamiento requiere una segunda consideración. No se puede hablar de tareas de cuidado sin considerar quién las realiza, por qué y bajo qué condiciones, y qué relaciones de poder implica entre hombres y mujeres.


La alternativa de sociedad que aquí se vislumbra tiene como base la sociedad del pluriempleo, o sea dos o más empleos, y algunos en forma clandestina, con empleos precarios, según lo cual la razón central de la crisis social es que el trabajo en un sentido muy preciso, asalariado, se vuelve escaso y por lo tanto las actividades voluntarias tendrán un importante lugar al lado del trabajo remunerado y de las actividades no económicas, culturales y educativas.


Se defiende así la idea que los incrementos de productividad permitirán el desarrollo de un tipo de sociedad con más ocio y tiempo libre.


Esto ya se da en el sector del cual soy dirigente, donde la segunda fuente laboral para la mayoría de los trabajadores bancarios es el taxi, o un pequeño local comercial que en forma alternativa atiende con su familia.


La gran causante de los problemas que está viviendo nuestra sociedad es la Constitución Política. Somos testigos de que la Concertación ha administrado el modelo económico con el libreto de Pinochet. De esa situación no hay plena conciencia en la ciudadanía, y tampoco en los trabajadores. Hay que buscar fórmulas que permitan salir de esto, porque ya en el siglo XIX Portales instauró una Constitución que duró hasta 1925, es decir, duró casi un siglo. ¿Nosotros vamos a esperar un siglo para cambiar esta Constitución? Esta Constitución no permite que los dirigentes sociales puedan participar en política. Si no, busquen en los partidos políticos: no hay ningún o casi ningún dirigente sindical, porque no pueden. Está proscrito por la Constitución Política de este país. Además, algo que fue un motor para este país, la CORFO, hoy le está vedado, es decir, el Estado no puede crear empresas. Y así puedo seguir enumerando casos que no permiten que este país se desarrolle y los trabajadores tengan una mejor calidad de vida, y que se les permita ser independientes en su labor, y no verdaderos esclavos sometidos a una disciplina con la que no están a gusto. El contrato de trabajo es bilateral, es decir, un acuerdo entre el trabajador y la empresa. Hoy no. Se le impone un ritmo distinto a través del contrato de trabajo a los trabajadores, contrato que es modificado permanentemente, en forma unilateral. Y los obligan, porque si no acepta, el trabajador es despedido.


Después de la reforma del 2001, el artículo 161 permite mucho. Pueden ser despedidos miles de trabajadores sin la menor justificación. El gran articulador de todas estas situaciones, es la Constitución Política del país.


No podemos seguir aceptando que se administre este modelo con el libreto de Pinochet y ha llegado la hora de cambiarlo.

Agencias SES AIP JPMM

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