martes, 26 de junio de 2007

PRENSA DE EEUU DENUNCIA A CHENEY

El vicepresidente de Estados Unidos y criminal de guerra, Dick Cheney, ha sido el blanco de un completo artículo, dividido en dos entregas y publicado por el «Washington Post», en el que se le acusa de haber dado luz verde a «prácticas degradantes e inhumanas» a la hora de interrogar a los detenidos bajo detención norteamericana por su presunta vinculación con actividades terrorista.


Además, dos senadores demócratas han criticado duramente al vicepresidente por declararse exento de una norma que le obliga a informar de los documentos que clasifica a una agencia gubernamental. Durante una intervención en el programa televisivo «Fox News Sunday», el pasado domingo, la senadora Dianne Feinstein opinó que la iniciativa de Cheney es «asombrosa» y «el colmo de la arrogancia». Por su parte, el senador Ron Wyden afirmó, en declaraciones al programa «Late Edition» de la cadena CNN, que Cheney «está diciendo que está por encima de la ley, y el hecho es que los expertos legales van a decir que esto es intolerable».


Por encima del bien y del mal, Cheney ha sabido sortear la legislación vigente para utilizarla en su propio beneficio. Desde que el primer detenido por su relación con los atentados del 11 de septiembre puso el pie en la base de Guantánamo, allá por el 11 de enero de 2002, este «halcón» de la Administración Bush ha sido acusado de hacer oídos sordos a la normativas impuesta por la Convención de Ginebra en lo que a técnicas de interrogación se refiere. Claramente, la CIA transmitió al político sus dudas sobre la efectividad de sus métodos de interrogatorio si éstos se limitaban a la legislación humanitaria. En una de las reuniones mantenidas por aquel entonces se llegó a advertir que la CIA tendría serias «dificultades para obtener información práctica» si los entrevistadores se limitaban al uso de los métodos aprobados en Ginebra.


Con este panorama, Cheney y sus aliados no dudaron en reinterpretar las distintas prácticas llevadas a cabo en las cárceles estadounidenses y se convirtieron en pioneros en discernir entre la «tortura» y los «métodos de degradación humana», permitidos. Una delgada línea que puede incitar a infringir la legislación internacional vigente. La salida a la luz pública de los abusos sufridos por los iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib acabaron en cierta forma con el secretismo de unas prácticas que no parecían improvisadas por los militares más bajos en la cadena de mando.

Prácticas vigentes

El rotativo estadounidense afirmaba, citando a una decena de oficiales del Gobierno, que mientras muchas de las tácticas de «duros interrogatorios» apoyados por Cheney fueron desterradas gracias a los tribunales y parte del Congreso, otras simplemente siguen vigentes ya que no han sido dadas a conocer. Durante seis años, Cheney ha sido capaz de acumular control y poder gracias a una peculiar forma de actuar, algo que no sólo se limita a los más que controvertidos interrogatorios.


El pasado viernes, el presidente del Comité de Reforma Gubernamental de la Cámara Baja, el demócrata Henry Waxman, envió una carta en la que criticó duramente los presuntos esfuerzos del vicepresidente por evitar proporcionar datos a la Oficina de Supervisión de la Seguridad de la Información. También acusó a Cheney de haber querido abolir ese organismo, que supervisa que los documentos clasificados queden protegidos para la posteridad y no se destruyen. La falta de cooperación de la oficina de Cheney data de 2003.

Agencias JPMM
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