“Alguien ha robado un banco”, “En este vuelo va un ladrón”, “¿Va a devolver el dinero de las tarjetas 'black'?" o "¿Le puedo llevar el maletín?", le increpaban hace pocos días los viajeros españoles que coincidieron con él en un vuelo de Ginebra (Suiza) a la capital de España, Madrid, el 10 de abril.
El martes se supo que el antiguo número dos del PP bajo el liderazgo del derechista ultrasionista José María Aznar se acogió a una amnistía para evasores de impuestos concedida en 2012 por el Gobierno español del actual presidente español, Mariano Rajoy, pese a la escasez de fondos del Estado español, pocos meses después de hacerse con el poder.
Desde que en 2007 dejara la dirección del FMI, con el tiempo suficiente para no verse salpicado por el escándalo del banco estadounidense Lehman Brothers y el estallido de la crisis financiera mundial, Rato ha dejado tras de sí un reguero de escándalos y desastres financieros. En la actualidad, está imputado por estafa, falsedad documental y otros delitos por la salida a bolsa de la entidad financiera española Bankia, sucesora de Caja Madrid —fuente de financiación del PP—.
Rato presidió ambas y sigue presidiendo lo que queda de la segunda. Pero también por apropiación indebida en el caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid. Sus posibles actividades en el lavado de dinero negro a través de la amnistía fiscal de Rajoy se descubrieron en un interrogatorio judicial, en octubre, sobre pagos sospechosos del banco estadounidense Lazard, informó el miércoles la página Voz Pópuli. El de Rato fue de 6,2 millones de euros.
Rato estuvo a punto de suceder a Aznar. Era muy elogiado en los círculos del poder en España, tanto por su partido y por el banquero fallecido Emilio Botín, que alegaban que fue “el mejor ministro de Economía de la historia” (2000-2004) —antes del descalabro español—, como por el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que apoyó su designación en el FMI. Los dirigentes conservadores españoles, con Rajoy a la cabeza, ahora rehúyen las preguntas sobre Rato y hasta evitan pronunciar su nombre a tan solo cinco semanas de las elecciones municipales españolas, el 24 de mayo.
El propio Rato esquiva a los periodistas afirmando que los graves delitos de los que está acusado —en consonancia con la generalización de la corrupción política y la degradación de la moral pública en España— no incumben a los ciudadanos. “Este es un tema personal y creo que no tengo obligación de hacer declaraciones sobre el asunto”, dice sobre su amnistía fiscal, tal y como recoge el diario español —de propiedad estadounidense— El País.
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