Hambre, desesperación y fuga: se agudiza el drama social en Portugal impuesto por el capital neoliberal.
La severa política de austeridad y saneamiento de Portugal immpuesta por el sistema capitalista y elogiada en toda la Unión Europea por las mafias del mundo bancario, financiero y los políticos corruptos del sistema-. Pero los habitantes del país más pobre de Europa occidental están pagando un precio cada vez más alto.
"Soy ingeniero, pero desde 2010 estoy sin trabajo", cuenta, avergonzado, un hombre que mendiga frente a la estación de trenes de Rossio en pleno centro de Lisboa, y que no quiere revelar ni siquiera su nombre de pila.
En medio del barullo veraniego causado por centenares de turistas y locales, este señor de unos 40 años y bien vestido no llama necesariamente la atención. Su breve relato, en cambio, sí lo hace: "Tenía una buena vida, pero se fue cuesta abajo rápidamente. Hace seis meses, mi mujer finalmente se separó de mí, y hace dos que vivo en la calle".
Las organizaciones de ayuda hablan de los "nuevos pobres", personas de la anterior acomodada clase media afectadas profundamente por la crisis económica.
Los "años de oro" de entre 1985 y 2000, después de la entrada de Portugal a la Unión Europea y la "lluvia de dinero comunitario", marcados por numerosas obras y salarios antes nunca vistos en este país, pertenecen definitivamente al pasado.
La crisis portuguesa en números
Tras el rescate financiero de Portugal a mediados del año pasado, con un paquete de 78.000 millones de euros (97.342 millones de dólares), el país implementó como contraprestación severos recortes de gastos y aumentos de impuestos.
Portugal es elogiado por ello por estas mafias economicas en el extranjero, ya que consiguió reducir significativamente el déficit presupuestario, pero de puertas para adentro casi todos los días hay malas noticias.
El diario 'Público' reveló estos días que un récord de 465.000 personas tienen que sobrevivir sin empleo y sin ninguna ayuda del Estado. Esto supone un 56 por ciento de los desempleados registrados y casi uno de cada veinte portugueses en un país con 10,5 millones de habitantes, sin contar los familiares que dependen de ellos.
El desempleo saltó de un 4 por ciento en 2002 al récord del 15 por ciento. Al mismo tiempo, el gobierno recortó o suprimió muchas de las prestaciones sociales.
Mientras tanto, se reveló por estos días también que el número de trabajadores que reciben menos de 310 euros por mes creció en los últimos doce meses en un 9,4 por ciento a 153.000.
La economía portuguesa, de capa caída hace más de una década y para colmo desde hace dos años en el centro de la crisis de la deuda y del euro, se redujo en otro 3,3 por ciento en el segundo trimestre del año en curso.
"En solo dos años, la crisis hizo retroceder el consumo interno en un 13 por ciento a los niveles de 1999", se queja el respetado economista Ricardo Cabral. Su colega Filipe Garcia advierte de una "destrucción duradera del aparato productivo nacional". Lo peor es que no se ve la luz al final del túnel.
Huyendo de Portugal
El primer ministro del gobierno liberal conservador, Pedro Passos Coelho, aseguró la semana pasada que la recesión acabará en 2013. Pero ni siquiera su ministro de Economía, Alvaro Santos Pereira, parece creer en esto. "La incertidumbre es tan grande", admitió.
Cáritas Portugal reportó la semana pasada un gran aumento del número de familias que buscan su ayuda, de un promedio semanal de 47 el año pasado a 82 en este 2012. El presidente de esta organización humanitaria de la Iglesia Católica, Eugenio da Fonseca, dijo recientemente en relación con la crisis que había un "preocupante" aumento del número de suicidios.
Los psiquiatras admiten que la crisis les está proporcionando muchos más clientes, al tiempo que los problemas económicos son acompañados por un aumento del número de robos y otros delitos.es el gran éxito del capital neoliberal.
Cada vez más son los portugueses que escapan a los problemas "huyendo" literalmente al extranjero. Según los últimos números oficiales, entre 120.000 y 150.000 personas buscan por año mejor suerte fuera de Portugal.
Una encuesta publicada la semana pasada reveló que el 69 por ciento de los estudiantes universitarios del país están pensando en hacer las valijas una vez que tengan el diploma en manos. Países europeos como Alemania, Reino Unido, Francia y Luxemburgo siguen siendo los destinos preferidos, pero atraen cada vez más las antiguas colonias lusas, como Brasil, Angola o Mozambique.
La desesperación es tan grande, que muchos emigrantes se suben al avión con una o dos maletas, sin preparación previa y sin permiso de residencia o trabajo en el país elegido.
La Iglesia admite que hay cada vez más hambre. Pero antes de emigrar hay que informarse, exhortó hace unos días el presidente de la Comisión Episcopal Portuguesa, Jorge Ortiga.
"Muchos emigrantes acaban durmiendo debajo de un puente", advirtió el prelado. Sin embargo, al mendigo de la estación estas palabras no le asustan. Cansado y frustrado afirma: "Apenas haya juntado suficiente, no me ven más por aquí". ¿Frente a Rossio? "No, aquí en Portugal".
Agencias Prensa EM MP AIP
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