jueves, 16 de octubre de 2008

CHILE...PINOCHET SE RIÓ DE LA JUSTICIA INTERNACIONAL

A diez años de la detención en Londres del fallecido general, el ex magistrado lamenta que el gobierno de Eduardo Frei sucumbiera al temor que aún le tenían a los militares.

Sin pelos en la lengua y con la independencia que le dio haberse retirado del poder judicial, el ex juez Juan Guzmán Tapia recuerda los años en que encabezó las investigaciones que buscaban probar la culpabilidad de Augusto Pinochet en casos de violación a los Derechos Humanos como la Caravana de la Muerte y la Operación Cóndor.

A diez años de la detención del fallecido general en Londres, el ex magistrado critica la actitud del gobierno de Eduardo Frei por alinearse al discurso de la derecha que exigía a toda costa a Inglaterra liberar al militar.

De paso, lanza sus dardos contra la Corte Suprema por impedir finalmente que avanzaran los procesamientos en contra del ex jefe de la Junta de Gobierno. “La Corte Suprema perdió su oportunidad de probarle al mundo que en Chile se podía juzgar a un dictador”.

Cuando se produjo la detención de Pinochet en Londres ¿qué se encontraba haciendo?¿cómo se enteró?
Yo estaba exhumando restos de víctimas de la Caravana de la Muerte en Copiapó. Llegamos al término de la jornada sin mucho éxito, se excavaron muchos restos pero ninguno correspondía a las víctimas. Luego llegamos al cuartel de Investigaciones y ahí recién me enteré de la noticia, que Pinochet había sido detenido por una orden del juez Baltasar Garzón.

¿Y qué fue lo primero que se le vino a la cabeza?
Dos cosas. Por una parte me alegré mucho de que estaba operando la justicia universal y en segundo lugar que me estaba sacando un peso, pero nunca pensé que no correspondiera la detención.

Tenía algún tipo de antecedente que la detención podría ocurrir mientras Pinochet se encontraba en suelo británico?
No tenía la menor idea... yo sabía que había un juicio contra Pinochet iniciado en 1996, justamente por Garzón, pero no se me ocurrió que iba a despachar una petición de extradición. Me sorprendió.

¿Qué le pareció la actitud del gobierno al alinearse con el discurso de la derecha y exigir el retorno inmediato del general?
Eso fue por temor del gobierno ante los militares, ante los pinochetistas que de cierta forma continuaban con grados de poder y lo último que llegué a pensar es que existió un pacto el día del plebiscito entre algunos políticos, que consistía en que si comenzaba el proceso de transición a la democracia no se tocaría a Pinochet, se dejaría impune. Debido a la vehemencia con la cual habló (Eduardo) Frei y otros personeros políticos pienso que existió ese pacto.

Fue chocante ver a figuras socialistas como José Miguel Insulza -entonces Canciller- abogar por evitar la extradición y juicio en España de Pinochet?
A mí me chocó mucho eso, pensé que estaban interviniendo en la justicia universal.

¿La detención en Londres sirvió para allanar el camino a los procesos que usted encabezó luego en Chile?
No... igual se configuraban delitos (en las causas que investigaba en Chile), entonces con o sin detención de Pinochet yo iba a dictar los procesamientos. Una cosa es la influencia que pueda ejercer un hecho puntual y otra la realidad, si yo no hubiese tenido pruebas en contra de Pinochet no habría podido procesarlo. Actué sin ningún tipo de influencias.

De todas formas el discurso del gobierno sobre el derecho a juzgar a Pinochet en Chile y la presión internacional influyeron...
Yo hice lo que correspondía en justicia, a mí no me influyó. Lo que sí pienso es que se facilitó fue la reacción de la opinión pública, no fue tan brusco el procesamiento.

¿Hubo muchas presiones?
La presión fue bastante fuerte para que yo no lo procesara, presión del gobierno y de algunos grupos socioeconómicos, pero llamó mucho más la atención la del gobierno, sobre todo cuando se dice que las instituciones funcionan.

¿Qué sintió cuando Pinochet baja del avión que lo traía de regreso a Chile y se levanta de la silla de ruedas y saluda en medio de un recibimiento con honores militares?
Pensé que se estaba riendo de los chilenos y en general de la justicia internacional. Pero fue un acto de arrogancia que le significó mucho, porque ahí el mundo se dio cuenta que no estaba en las condiciones físicas y mentales que se decía.

Usted lo interrogó en dos ocasiones, ¿qué sensación le dejó?
La primera vez, en el marco del proceso de la Caravana de la Muerte, lo encontré bastante bien física y mentalmente; y la segunda vez, en el caso de la Operación Cóndor, me pareció físicamente muy deteriorado y de un humor más irritable, pero mentalmente muy bien, tenía inteligencia, memoria a largo plazo, discernimiento y de respuestas matizadas.

O sea, del grado de demencia que hablaba su cuerpo médico ¿nada?
Nada. Se hablaba de una demencia leve, subcortical, pero esa es una demencia que afecta a todas las personas de edad, que implica un deterior de la memoria reciente.

¿Cree que la historia le pasará la cuenta a esta generación por no haber finalizado un juicio contra Pinochet?
La historia debería pasarle la cuenta a los miembros de la Segunda Sala de la Corte Suprema que no cumplieron con su función social, jurídica e histórica. La Corte Suprema perdió su oportunidad de hacer Justicia, de probarle al mundo que en Chile se podía juzgar a un dictador y que en Chile la justicia era pareja para todos. Habría sido muy sano para el país el enjuiciamiento de Pinochet y haber determinado a través de un juicio si era inocente o culpable.


Agencias Prensa Por Francisco Aguila V. LT AIP JPMM

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