El Pontífice aseguró que "no puede decirse que la globalización sea sinónimo de orden mundial". Asimismo, afirmó que los conflictos por el poder económico y la obtención de fuentes energéticas, agua y materias primas "dificultan el trabajo de aquellos que luchan por construir un mundo más justo y solidario", por lo que es necesario distribuir las riquezas del mundo de forma ecuánime.
El mundo necesita "una gran esperanza que haga posible anteponer el bienestar de todos al lujo de unos pocos", reclamó el Ratzinger, agregando que ante la falta de esa esperanza "entonces se busca la felicidad en la euforia, lo superficial, el libertinaje, y así uno se arruina a sí mismo y arruina el mundo".
La moderación, por lo tanto, no es sólo una "regla ascética", sino también un camino para la salvación de la humanidad, indicó.
Durante el rezo del Ángelus, oído por miles de personas que se congregaron en la plaza de San Pedro a pesar de una intensa lluvia, expuso que "hombres y mujeres de todas las generaciones" necesitan una orientación y deben seguir una estrella en sus vidas.
Agencias LT AIP JPMM
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