Según los datos del sondeo, la abrumadora mayoría de europeos quiere que Norteamérica tenga la voz igual con otros países "occidentales" sin intervenir en el papel de líder del "mundo libre". Es curioso señalar que lo acepta casi la mitad (un 46%) de norteamericanos. Los resultados del sondeo permiten hablar de la aproximación de las posturas entre los ciudadanos estadounidenses y los europeos en lo que respecta al papel real y deseable de Norteamérica en el mundo. Al mismo tiempo, se perfiló la discrepancia entre la mayoría de norteamericanos y su propia élite a este respecto.
Norteamérica - todavía la mayor potencia económica y militar del mundo- lo sigue siendo aún. Sin embargo, su poderío relativo se reduce. El progreso de China, India y Rusia que como elementos independientes y en pleno ascenso, viene cambiando a ritmo impetuoso la configuración económica y política del mundo e inevitablemente promueve al orden del día el futuro papel de EEUU. La guerra en Iraq y otros fracasos de la política exterior bajo la presidencia de Bush han demostrado que Norteamérica no es omnipotente. El 58% de norteamericanos coinciden con los europeos en la opinión de que bajo el gobierno de George Bush se han debilitado a fondo las posiciones de EEUU a escala universal.
La creciente parte de la sociedad quiere que Norteamérica deje de ser gendarme mundial y profeta para convertirse en país "normal" enfrascado ante todo en la solución de sus propios problemas internos. Estos ánimos fueron captados y expresados a todas luces por el conocido columnista del "The New York Times", Thomas Friedman. En su artículo titulado "Así interpreta China los sucesos en Iraq" apunta que durante su permanencia en China pudo confirmar cuán positivo es ser gran potencia y al mismo tiempo concentrarse en la solución de sus propios problemas internos". El influyente autor concluye diciendo que "hoy Norteamérica atraviesa por una fase poco habitual y hasta extraña. Los seis últimos años China los dedicó a los preparativos de la Olimpíada, mientras que nosotros perdíamos el tiempo multiplicando nuestra deuda en medio de los temores a El Qaeda... Estamos perdiendo insensatamente nuestra razón, a nuestra gente y nuestro porvenir. China obra de un modo distinto".
La idea de construir un imperio siempre pertenece a la élite siendo y es un pesado fardo para el pueblo. Pero ¿podrán cambiar las tendencias de los líderes políticos e intelectuales de EEUU en consonancia con el dinamismo de la opinión pública? La élite norteamericana, incluyendo a los principales aspirantes a presidencia por ambos partidos, sigue perorando sobre la misión específica que EEUU ejerce en el mundo y piensa en la posibilidad de conservar su liderazgo.
En su artículo programático conjunto hecho público el 9 de diciembre corriente en "The Washington Post", el ex subsecretario de Estado, Richard Armitidge, y el profesor de Harvard, ex ayudante del Secretario de Defensa, Joseph Ney, recomiendan a sus líderes políticos convertir el poderío norteamericano en "fuerza razonable" no para gustar al mundo, sino para elaborar una estrategia capaz de asegurar la concatenación correcta de nuestra capacidad de forzar con la de atraer". El objetivo es idéntico: asegurar el liderazgo de EEUU a escala mundial.
Según todos los indicios, ni siquiera los representantes más perspicaces de la élite norteamericana han comprendido aún que Norteamérica puede aprender a utilizar mejor sus numerosas ventajas en el mundo contemporáneo, pero ya incapaz de restablecer el orden mundial, cuyo líder incondicional era. Esto se hace imposible no sólo porque crecen rápidamente las fuerzas y la influencia de los Estados partidarios de un mundo multipolar, sino también porque un número siempre mayor de norteamericanos se liberan de la euforia de omnipotencia y presunción arraigadas en la sociedad después de concluida la "guerra fría".
Tarde o temprano la desilusión de los electores respecto a la tradicional misión norteamericana habrá de conducir a la adaptación de los criterios al menos de una parte de la élite norteamericana. La fuerza indiscutible de EEUU reside en sus institutos democráticos y la responsabilidad del Gobierno ante los ciudadanos. En resumidas cuentas, esto deberá poner la política exterior en consonancia con los ánimos de los norteamericanos sencillos.
Agencias Galina Zeveliova APN AIP JPMM
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