Detrás de Al Gore y su cruzada están los negocios del comercio de carbono. Tiene intereses directos en la bolsa mundial de compensaciones por emisiones de carbono. Y por sus plantaciones de maíz, también tiene intereses directos en inversiones en biomasa, combustible alternativo del que EE UU es pionero.
Eso explica que, a través de la Chicago Climate Exchange (CCX), Gore contribuya a la burbuja especulativa del petróleo. Cuanto más caro sea el petróleo, más salen ganando las energías alternativas, por ejemplo más subvenciones se destinan a producir energías procedentes de cereales.
Además, el ex vicepresidente quiere participar en la negociación de los derechos de compra y venta de emisión de CO2. Ése es el motivo de fondo que subyace tras su cruzada por el cambio climático.
Los intereses de Gore son directos a través de Goldman Sachs, el mayor tenedor de acciones del CCX. El grupo inversor fue creador, en 2004, del hedge fund de Gore con sede en Londres, el Generation Investment Management.
La sucursal norteamericana de GIM está dirigida por el antiguo colaborador de Gore y buscador de fondos Peter S. Knight, que fue investigado en su momento por la Comisión Federal Electoral y por el Departamento de Justicia.
El Climate Exchange de Chicago tiene múltiples interconexiones con Intercontinental Exchange Inc., cuya filial es el Internacional Petroleum Exchange, líder mundial del mercado de opciones y futuros del petróleo.
Agencias PD AIP JPMM
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